Por Ignacio Paricio
Estructura del libro
Pero el libro que el lector tiene en las manos no es ninguna de ambas cosas, sino una tercera. Es
una ambiciosa combinación de las anteriores que intenta reunir la lectura continua y más o
menos amena de los primeros artículos con la voluntad pedagógica del vocabulario gráfico, y
todo ello dentro del corsé de un ambicioso y estricto esquema geométrico.
El lector puede hojear el libro y encontrará veinticinco capítulos dedicados a otras tantas partes
del edificio. Dentro de cada capítulo se citan, definen y glosan unas cuarenta voces que tienen
en común su proximidad funcional o simplemente su vecindad en el edificio. Otro criterio en la
formación de estos grupos ha sido también que para casi todos ellos existiese una tesis, una
argumentación razonada sobre la conveniencia de atender un determinado aspecto olvidado,
recordar matices de unas voces o sugerir intenciones para el futuro.
Pero también cada capítulo selecciona las voces más significativas que se identifican con ese tema
o con esa parte del edificio. Así el libro va construyendo un vocabulario de un total de mil voces que pueden consultarse alfabéticamente en el índice final y desde allí dirigirse al capítulo correspondiente, donde el lector encontrará no sólo esa voz, sino cuarenta más que le ayudarán a situarla.
Por último, casi como un juego, se ha seleccionado una voz de cada grupo para encabezar cada
uno de los capítulos, con la difícil condición de que el conjunto recorra casi todo el abecedario.
Los capítulos se encabezan sucesivamente con Albenda, Beata, Celaje... y así hasta veinticinco
iniciales alfabéticamente ordenadas.
El desafío más divertido de la redacción de este libro ha sido, evidentemente, la construcción de
ese voluntariamente rígido entramado. Seleccionar las mil voces, agruparlas en los veinticinco
grupos unidos por alguna relación funcional o física, asegurarse de que los veinticinco grupos
recorren con interés relativamente homogéneo los problemas de la cubierta, la fachada, el hueco,
etc., imaginar la tesis que dará cohesión e intención al capítulo, seleccionar la voz que representará a las demás en el abecedario que nos sirve de guión ha sido endiabladamente complejo e interesante. ¿Tiene el alero entidad para formar un grupo? ¿Dentro del capítulo del alero, preferimos sofito o lambrequín para encabezarlo? Si me quedo con sofito, no podré utilizar sucucho, tan interesante para explicar los problemas de las concavidades del perímetro de contacto con el suelo en el paquete de temas de la forma exterior de la fachada. La F¿la ofreceremos a Fayanca o a Falleba?
En los temas de creación las limitaciones son un excitante desafío más que una pérdida de libertad, puesto que el campo total de posibilidades es infinito. Lo cierto es que no he podido evadirme de la fuerza de esta red que se ha ido creando alrededor de mi de manera casi autónoma. Confío que el lector trate con indulgencia estas diversiones, pero sepa que, en cualquier caso, dispone de tres lecturas posibles:
- la lectura por capítulos. No soy optimista respecto a las posibilidades de una lectura continuada
de este texto. La carga de las cuarenta definiciones la hace muy difícil. Sólo aspiro a unas
curiosas ojeadas desde las figuras hacia los textos. Quizás alguien preocupado por encontrar las
voces adecuadas a una descripción novelada o a un pliego de condiciones se anime a la lectura
de un capítulo. En fin, veremos a ver, como dijo el ciego.
- la consulta al índice temático. Especialmente indicada si el lector está interesado en conocer
el vocabulario referente, por ejemplo, a los herrajes de la carpintería. Allí, en el índice temático,
bajo el título de españoleta, encontrará cuarenta voces relacionadas con los herrajes y doscientas
que tienen que ver con la carpintería y el hueco.
- la consulta al índice de voces. Si se está interesado en el significado de una voz concreta, en
este índice el lector encontrará las mil voces con una inicial y una cifra detrás que le llevarán al
capítulo y al párrafo donde esa voz se encuentra descrita entre otras muy próximas que pueden
también ilustrarle.
En el texto las voces que se definen se imprimen en negrita. A veces llevan un asterisco que
significa que no están en el diccionario de la Real Academia. En algún caso las precede un apóstrofe que explica que el diccionario las recoge pero no incluye el significado que aquí se les da. Espero que este texto, además de ser de alguna utilidad, transmita una mínima parte del interés y la diversión que a mí me ha proporcionado.
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